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Cosas que pasan

Como una Magdalena

Hoy  la mata de la amabilidad amaneció con un dolorcito que no se le quitaba con nada, cuando me levanté estaba tratando de hacerse un jugo de limón, que es lo que se hace cuando le duele la panza, pero esta vez el dolor era a un lado, no en el estómago.

Le hice el jugo, se lo tomó y nada que se le calmaba, le di agua caliente con una pizca de sal que me dijeron que le diera y tampoco, entonces no hubo de otra que llamar a un taxi para que lo llevaran al hospital.

Como una Magdalena
Imagen de Shutterstock

Pero cuando se necesita de urgencia que lleguen los amarillos al lento que le tocó la dirección de mi casa, se topó con otra persona en el camino y se fue a hacerle la carrera a esa persona, mientras nosotros esperábamos que llegara.

Al ver que se demoraba más de la cuenta, pues ni por que la casa quedara tan lejos, que vuelvo y llamo y pregunto que qué pasaba con el servicio que se pidió que nada que llegaba.

La operadora llama al susodicho y nada que contestaba, pues le tocó mandar a otro que estaba más cerca, y yo que me salía de los chiros, pues la demora y el otro que se retorcía de dolor y sin saber qué hacer.

Pues al fin llego el taxi y se fueron para urgencias. Siempre le dejó esa tareita al que este a mano, pues yo que me conozco, seguro me pongo a llorar como una Magdalena y salgo inundando el hospital.

Estas cosas siempre me acongojan, así no sea nada grave, el solo hecho de ir a un hospital ya me está poniendo mal y es inevitable que las lagrimas se me salgan como río caudaloso y sin barreras. Es algo inevitable en mi, no puedo controlar la tristeza que me embarga el ver mal a mis hijos o a alguna persona allegada.

Y para colmo de males en el hospital lo recibieron por urgencias  lo entraron a él solo, no dejaron que el papá lo acompañara ni nada que daban información, pues él se vino ya que tenia cosas que hacer y yo me fui no fuera que necesitara algo y allá solito.

Pues llegué pregunté por él y el portero no sabia nada, que había que esperar que saliera la doctora que lo estaba atendiendo. Me senté, menos mal que lleve el ebook para leer y me puse a esperar.

Al rato llegó mi marido, esperamos otro rato y como el estar sin hacer nada me da como rasquilla, pues que le pregunto de nuevo al portero que me diera alguna razón de mi hijo y el respondió que el horario era el que estaba ahí, no se podía dar más información.

«¿Cómo así, entonces si es algo urgente y lo dejan pasar de tiempo qué, ustedes responde por él,yo me voy y vuelvo más tarde entonces, qué me voy a quedar haciendo nada. Se lo encargo, por favor me llama si me necesita»

El portero muy amable me dijo que no me preocupara que el me avisaba, anoto mi numero telefónico y nos fuimos.

Cuando al rato va llegando. Lo tuvieron tres horas con suero, pero al menos se le pasó el dolor y llegó ya con otro semblante, ya me imaginaba que lo tenían que operar de cualquier cosa, como a Diana, no me acuerdo haberme asustado tanto con ella, al fin que estaba mejor atendida y acompañada que el otro aquí y conmigo que me vuelvo un ocho en estas circunstancias.

Y además lo de Diana fue sorpresivo, cuando me llamo a decirme que estaba hospitalizada, al rato que ya la iban a operar y cuando fui ya tenia un pedazo menos. Eso no dio tiempo de nada.

Tal vez por eso estaba preocupada que le fuera a pasar lo mismo y las condiciones en un pueblo no son las mismas que en una ciudad y con un buen seguro cubriéndole, algo que aquí no tenemos. No sé cómo estuvo de buenas que el estado cubrió el gasto, sino le hubiera tocado desembolsar un buen dinerito por el rato que paso acostado.

Algo le pasó en el hospital, pues llegó más amable con los chicos, será que ver la pelona un poco cerca de verdad cambia a la gente, habrá que ver cómo sigue, y le digo que no me pegue esos sustos que me hacen llorar como una  Magdalena, él me dice que quien me manda a ser tan chilletas, que él no me mando a llorar.

Nos contó todo lo que le hicieron allá adentro, le aplicaron una inyección en el estomago, pero primero vomito y luego le aplicaron suero. Durante tres horas, no sé por qué no nos dejaban pasar a mirar que estuviera bien.

Me pareció una crueldad, uno afuera sin saber qué pasaba adentro, al menos dio con una doctora que sabia lo que estaba haciendo.

Fue un mal trago para un domingo, aunque creo que para estas cosas no hay día bueno, por lo tanto no fui al sepelio de Julian ya había copado mi cuota de lagrimas por mucho tiempo.

Por Amparo Bonilla

Me considero una apasionada de la vida, soy alegre, optimista y siempre encuentro lo bueno de lo malo. Tengo una filosofía de vida que consiste en hacer lo que me gusta, cuando quiero hacerlo y sobre todo sonreír porque la vida serie es muy aburrida...

6 respuestas a «Como una Magdalena»

Es cierto que los hospitales no nos gustan a ninguno, pero qué seríamos sin ellos, ¿verdad?
Me alegro que todo acabara nada más que en tomar suero y pudiera volver a casa recuperado. Y sí, por supuesto que estas cosas son toques de atención y nos hacen apreciar lo vulnerables que somos… es decir, sin salud, poquitas cosas más importan 😉
Un abrazo

Los hospitales siempre dan mucho fastidio, porque uno sabe a qué hora entra, pero no sabe a qué horas sale. Lo bueno es que todo resultó muy bien, y que bueno que hasta llegó amable el muchacho, es que definitivamente el estomago doliendo y luego rejuvenecido de aquel vomito, pues nada, nos queda regresar con otro semblante. Tranquila que llorar es lo más normal del mundo, mucha gente ve el llorar como algo malo, pero para mí es algo muy bueno porque es un desahogo del cuerpo, no vaya a ser que el muchacho llegando del hospital y tú teniendo que irte por otro lado porque reprimiste el llanto y te dio entonces por dolor en el estomago, si hay que llorar pues se llora y ya. Saludos.

No es por nada pero a mi me quisieron hacer lo mismo el domingo pasado con mi bebe de 11 meses y le arme un tremendo reburu( escándalo) a veces se lo ganan carai. Mira yo se lo qie se siente. Mi hijo tenia el estreptococo b y lo iban a dejar interno y no me querian dejar verlo. Amenace hasta con demanda y entonces me entraron a mi y mi esposo

Yo creo que los hospitales no le gustan a nadie, evidentemente suerte que los tenemos, porque hacen un gran servicio, pero mejor que no tengas que ni acertarte por ahí. Te entiendo perfectamente con lo que dices de llorar, porque, aunque no soy madre todavía, si tienes que llevar a un hijo al hospital y no te dejan entrar a verlo, seguro que empiezas a pensar de todo y a preocuparte.
Me alegro que al final todo quedara en un susto y se pudiera solucionar facilmente.

Ahhh madre estas cosas son inevitables, ojalá no pasaran pero cuando pasan toda vivirlas de la mejor manera, no hay de otra. Así es la vida, así toca vivirla y sobre todo hay que buscar la manera de aprender de la experiencia y llorar si hay que llorar que esas emociones no se pueden guardar 🙂 Por lo menos todo a la final salió bien 🙂

ODIO LOS HOSPITALES! Hay a quien pues lo lleva mejor que otras pero bueno a nadie le gusta pasarlo mal y estar enfermo. Pero bueno así es la vida no se nos toca de vez en cuando sufrir es parte de la vida. A mi me toca ir cada año me guste o no por salud..Me alegra que todo saliera bien 🙂

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